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Puede que Arabia Saudí piense que puede ampararse en la inmunidad diplomática, pero en realidad la Convención de Viena no permite semejante estiramiento de la ley. Esto es lo que el Reino Unido, Turquía y otros países pueden hacer a continuación

Rhys Davies y Ben Keith comentan en The Independent el 22 de octubre de 2018

Tras semanas de mentiras y engaños, Arabia Saudí ha admitido finalmente que Jamal Khashoggi murió en el interior de su consulado en Estambul. Sin embargo, la verdad aún no ha salido de la niebla del engaño. Pocas personas en todo el mundo aceptarán la explicación saudí de que se produjo una pelea a puñetazos que provocó la muerte de Jamal Khashoggi.

El resto del mundo sigue exigiendo respuestas y las abrumadoras pruebas apuntan a un asesinato premeditado, deliberado y espantoso. Las acusaciones de tortura y el descuartizamiento del cuerpo de Khashoggi son especialmente espeluznantes. Más aún si -como creen muchos comentaristas- fueron ordenados deliberadamente por el Estado.

¿Un bárbaro asesinato y desmembramiento que los saudíes han intentado ocultar bajo el manto de su embajada y su inmunidad diplomática? Estos crímenes figuran entre los peores perpetrados en una misión diplomática en los tiempos modernos, y el uso de los locales diplomáticos es un hecho aterrador que indica que Arabia Saudí no respeta el derecho internacional.

Este caso muestra la encrucijada jurídica a la que ha llegado la comunidad internacional. Una tormenta perfecta de colisiones entre la política y el derecho hace que las decisiones sobre qué hacer a continuación estén plagadas de problemas.

La prometida de Khashoggi dispone de recursos legales a través de organismos internacionales, pero Turquía puede hacer frente a la mayoría de las consecuencias legales. La cuestión es hasta qué punto Arabia Saudí cooperará y hasta qué punto Turquía querrá realmente llevar este asunto. Sólo si Turquía fracasa, otros tomarán el relevo.

Hay una gran cantidad de medidas legales que podrían utilizarse para llevar a los autores ante la justicia. Mohammed bin Salman puede ser intocable dentro del Reino de Arabia Saudí y, en la práctica, cualquier castigo que se le imponga procederá de Arabia Saudí. Sin embargo, también se pueden aplicar mecanismos internacionales al Gobierno saudí.

Los grupos de derechos humanos ya han pedido a las Naciones Unidas que intercedan y lleven a cabo una investigación justa y transparente. Ya existen varios instrumentos de la ONU, como el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones y el Relator Especial para ejecuciones no judiciales, que podrían iniciar investigaciones e informes.

Aunque las conclusiones de la ONU pueden no parecer inmediatamente la más contundente de las respuestas a este aparente ultraje, Mohammed bin Salman y el régimen saudí han demostrado sistemáticamente que son sensibles a las críticas externas, como lo demuestra la ruptura de los lazos diplomáticos con Canadá. Cualquier conclusión de la ONU crítica con bin Salman y Arabia Saudí supondría un duro golpe para su prestigio.

El propio escuadrón de la muerte debe convertirse ahora en un objetivo legal. Estados Unidos promulgó en 2016 su Ley Magnitsky, que le permite imponer sanciones por abusos contra los derechos humanos cometidos por funcionarios públicos de todo el mundo. Podrían impedir que cualquiera de los hombres obtuviera visados para viajar a Estados Unidos y pedir el apoyo de la UE. Esto reduciría drásticamente los movimientos de sus objetivos y causaría importantes dificultades financieras.

Este artículo se publicó por primera vez en The Independent el 22 de octubre de 2018, puedes ver el artículo original aquí.

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